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Amor a la distancia

 

Se conocieron, por casualidad, en una red social. Él era de España, ella de Argentina. Compartían la pasión por conocer el mundo, por descubrir nuevas culturas, por vivir aventuras. Empezaron a intercambiar mensajes, fotos, vídeos. Se contaban sus sueños, sus miedos, sus secretos. Se hicieron amigos, confidentes, cómplices.

Poco a poco, lo que empezó como una amistad se fue convirtiendo en algo más. Se enamoraron, sin haberse visto nunca en persona. Se decían, te quiero, se mandaban besos, se deseaban buenas noches. Se prometían que algún día se encontrarían, que se abrazarían, que se besarían. Pero el tiempo pasaba y ese día no llegaba.

Él tenía un trabajo estable, una familia, unos amigos. Ella tenía una carrera, unos proyectos, unas ilusiones. Los dos tenían una vida en sus respectivos países, que no podían abandonar tan fácilmente. La distancia se hacía cada vez más grande, más difícil, más dolorosa.
Un día, él tomó una decisión. Dejó su trabajo, vendió sus cosas, se despidió de su familia y de sus amigos.
Compró un billete de avión, solo de ida, con destino a Argentina. 
No le dijo nada a ella, quería darle una sorpresa. Llevaba en su maleta solo lo imprescindible: su pasaporte, su ropa, su amor.
Ella estaba en su casa, preparando una videollamada con él. Le había comprado un regalo, un libro de viajes, que le quería enseñar. Estaba nerviosa, emocionada, ilusionada. Encendió su ordenador, abrió la aplicación, buscó su contacto. Le dio al botón de llamar.
Él estaba en el aeropuerto, esperando su vuelo. Había llegado con tiempo, no quería perderlo. Tenía el móvil en la mano, listo para hablar con ella. Quería ver su cara, oír su voz, decirle que la amaba. Recibió su llamada, contestó.
Hola, mi amor -dijo ella, sonriendo.
Hola, mi vida -dijo él, devolviéndole la sonrisa.
¿Cómo estás? ¿Qué tal tu día? -preguntó ella, curiosa.
Estoy bien, mi día ha sido muy especial -respondió él, misterioso.
¿Por qué? ¿Qué has hecho? -insistió ella, intrigada.
he hecho una locura,confesó él, emocionado.
¿Qué locura? ¿Qué has hecho? -repitió ella, impaciente.
He dejado todo atrás, he venido a buscarte, estoy en el aeropuerto, voy a verte reveló él, eufórico.
¿Qué? ¿Qué dices? ¿Estás bromeando? -exclamó ella, incrédula.
No, no es una broma, es la verdad, mira -dijo él, y le mostró su billete, su maleta, su entorno.
No puede ser, repetía ella, atónita.
Sí puede ser, afirmaba él, feliz.
¿Cuándo llegas? ¿Dónde te espero? ¿Cómo te encuentro? -preguntó ella, ansiosa.
Llego en unas horas, espérame en tu casa, te llamaré cuando esté cerca -respondió él, impaciente.
Vale, te espero -dijo ella, emocionada.
Te quiero, dijo él, enamorado.
Yo también dijo ella, correspondida,Colgaron. 
Él se dirigió a la puerta de embarque. Ella se quedó en su casa, sin poder creerlo. Los dos sentían una mezcla de nervios, de alegría, de ilusión. Los dos sabían que ese día era el más importante de sus vidas. Los dos sabían que ese día se iban a encontrar, se iban a abrazar, se iban a besar. Los dos sabían que ese día iban a ser felices.
Él subió al avión, se acomodó en su asiento, cerró los ojos. Pensó en ella, en su sonrisa, en su voz, en su amor. Sintió un cosquilleo en el estómago, una emoción en el pecho, una esperanza en el alma. Se imaginó el momento en que la vería, la tocaría, la sentiría. Se dijo a sí mismo que todo iba a salir bien, que todo valía la pena, que todo era posible.
Ella se puso a ordenar su casa, a preparar su habitación, a arreglarse. Pensó en él, en su mirada, en su gesto, en su amor. Sintió un nudo en la garganta, una alegría en el corazón, una ilusión en la mente. Se imaginó el momento en que lo abrazaría, lo besaría, lo amaría. Se dijo a sí misma que todo era real, que todo era hermoso, que todo era mágico.
Pasaron las horas, el avión aterrizó, él bajó. Cogió su maleta, salió del aeropuerto, tomó un taxi. Le dio la dirección de ella, miró por la ventana, respiró hondo. Estaba nervioso, ansioso, impaciente. Miró su móvil, le mandó un mensaje: "Ya estoy aquí, voy para allá, te quiero".
Ella recibió el mensaje, se puso a temblar, se asomó a la ventana. Estaba nerviosa, ansiosa, impaciente. Miró su móvil, le respondió: "Ya te espero, ven pronto, te quiero".
El taxi llegó, él pagó, bajó. Buscó su casa, la encontró, llamó. Ella abrió, lo vio, corrió. Él la abrazó, la besó, la amó. Ella lo abrazó, lo besó, lo amó. Se miraron, se sonrieron, se dijeron: "Te quiero".
Formaron una hermosa familia y se separaron en varias ocasiones, pero su amor era mas fuerte de lo que muchos pensaban, volverian a estar juntos y enevejecerian juntos.  .


     Por Fran Marquez

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