Era una noche fría de diciembre en Londres, 1843. Charles Dickens, un escritor de 31 años, estaba sentado en su escritorio, su pluma volando sobre el papel. Había estado trabajando incansablemente en su última obra, una historia que esperaba que tocara los corazones de las personas y las hiciera reflexionar sobre el verdadero significado de la Navidad.
La historia se centraba en un hombre llamado Ebenezer Scrooge, un avaro que despreciaba la Navidad. Pero en una Nochebuena, Scrooge es visitado por tres fantasmas que le muestran su pasado, su presente y su futuro. A través de estos encuentros, Scrooge se da cuenta de sus errores y se transforma en un hombre generoso y amable.
Dickens terminó de escribir y miró su obra, “Cuento de Navidad”. Sentía que había creado algo especial, algo que podría cambiar la forma en que las personas veían la Navidad. No sabía en ese momento que su historia se convertiría en un clásico atemporal, leído y amado por generaciones.
Y así, en una pequeña oficina en Londres, nació el primer cuento de Navidad. Fue el producto de la imaginación de Charles Dickens, un hombre que, a pesar de las dificultades de su propia vida, pudo capturar la esencia de la Navidad y compartirla con el mundo.
Por Fran Marquez